Margarita Nafta
Cuando Margarita llega a su salón, es feliz. Ciertamente, es muy feliz. Deja su mochila de color chillón sobre su carpeta. ¿La tarea? Margarita que es una chica buena, de mirada vistosa, responsable y, además, se viste bien Por eso tiene su tarea hecha y está en el A. ¿Qué más quieres que te diga? Toda ella, menea su culo y baja las escaleras, busca a sus amigas, pero ¿Qué pasa? Todavía es demasiado temprano, señorita, todavía sus amigas están holgazaneando enfrente, copiando la tarea, fumando cigarrillos. Usted, que es una niña buena, suba y mire la ciudad desde la escalera. La ciudad, que a estas horas es nebulosa, triste y húmeda........
¿A dónde vas?
Margarita conversa con Gina en medio del salón. Da un saltito, baila, mueve su cuerpo que es saludable y tiene la forma ¿Qué más? Bueno, pues es linda -Bien, lúcidos dieciséis para ella- Pero, entonces ¿Qué pasa? Llega Natalia ¿Quién? Natalia, pues. Que según Margarita, es chistosaza y buenísima gente -Claro, para quien la aguante-, se echa a reír a carcajadas Esa bulla hilarante y descontrolada que rodea, que se pasea por todo el colegio y que perturba, choca contra mí y es casi como una de agresión, un atentado ¿Natalia? Sí, lleva poco consigo pero es un árbol de navidad andante. La que conversa y habla con todos -la chica del millón de amigos-, la que abre sus dos brazos y grita con todas sus fuerzas, pero no dice nada. Entonces las tres se callan. Por un segundo no saben qué decir. Gina empalidece, no ha comido en tres días -pasa por su peor etapa con esto de la Anorexia-, y es como si no tuvieran nada más qué decir. Parece un milagro, una iluminación divina ¿Es que reaccionaron, se volvieron seres pensantes?.........
¿Qué? ¿Sí? ¿En serio?
No, claro que no.
Se ríen de lo tonta de la situación y deciden jugar a ser las Chicas Superpoderosas antes de que suene el timbre. Una persigue a la otra por el colegio, por todo el patio, el Quinto C y los salones de cuarto. Porque claro, ellas los conocen -Puede ser que no hablen con ellos, pero los conocen- No me pregunten por qué. Luego, cuando por fin se cansan de correr y se apoyan contra la pared, deciden conversar de lo que cada una hizo durante las vacaciones Chicas ¿qué hicieron? Margarita se dedicó días enteros de incomprensible expectación a comprarse ropa en Ripley. Ropa de invierno, por supuesto pues, señorita, porque ya es Junio. Me compré ese jean negro, que tiene el borde allí.........esta chompita de la que te conté, que le pedía a mi mamá plata pero..........me lo compré, igual, porque necesitaba ropa...........porque la ropa es lo más útil que hay, pues..........me corté el pelo, mira, adelgacé dos kilos...........dieta, tengo que ir al gimnasio.............terminaron, volvieron, terminaron otra vez...........SOS, estoy gorda...........vegetales y pastillas, vegetales verdes...........-superficie, superficie, superficie-
cuando llega el profesor de Álgebra, se supone que algo allí se tranquiliza un poco, algo. Luego suena el timbre que comienza con la hora muerta, y cuando terminamos nuestro maldito Examen de entrada -donde se evalúa nuestra Capacidad de Copia y Rapidez Visual-, comienzan dos horas en las que muero. Desde el exilio humano, atento, contemplo caras inexpresivas y experimento alucinaciones inalterables, una realidad apática. Margarita, en cambio, sigue siendo feliz. Porque se lo merece, pues, ¿por qué más?. Desde atrás me repito que tengo dignidad, lo digo callado cuando no dejo de contemplarla días enteros. Cuando suena el timbre es bueno, me despierto y Margarita sube las escaleras pasito a pasito, mientras juega con su amiga Chichí. Allá, en la cafetería, forman un círculo, dicen que son la gente Que son la Promo. Lo son, eso es excelente..........Burlas, y la moda encima de su cuerpo. Guille, que no es nada en particular, abraza a una y a otra, mientras se las imagina bañándose desnudas y pasándose la esponja entre las piernas. Pero Margarita allí, me parece algo solitaria. Se queda mirándolos mientras subo a comprar. Por un segundo la contemplo así, y ella me mira. Busco mi monedero y la vuelvo a ver, algo me extraña. Volteo y me percato de que no hay en realidad nadie alrededor mío. Pienso entonces en que me va a dirigir la palabra. No le tomo mucha importancia, en realidad, pero aguardo cuando ella, en cámara, lenta se me acerca ¿y qué pasa?, no lo sé, algo anda mal ¿va a expresarse en realidad por su propia cuenta? va a decir por fin algo que tenga sentido y que yo pueda entender. Me mira -Por primera vez creo que lo hace en serio-, abre la boca y
¿Qué dice?
Pues, me dice: ¡Yo!
¿Ah? ¿Cómo? ¿Qué?
Eso fue lo que me dijo. Lo único que sabía decir:
- ¡Yo!, ¡Yo!, ¡Yo!........
Entonces agaché la cabeza, la miré desde el piso. Soy un gusano, le dije, soy un insecto grande.........una cucaracha enorme. Y Margarita me mira, confundida, tambalea un poco. Sonríe.
Cuando me largué y desaparecí de nuevo, Margarita imitaba un comercial de televisión, probando una galleta, describiendo su sabor. Mirando su reflejo en una de las ventanitas que hay allá arriba, en la cafetería.
Terminó el descanso y Margarita baja las escaleras saltando un tantito, escalón por escaloncito. Cuando llega al salón, se sienta en su carpeta, mira a alguien y conversa. Mientras la miro atendiendo al profesor de Anatomía, pienso que dentro de todo Margarita madurará -tendrá que hacerlo-, y será una gran persona: cocinará, planchará, educará -eso sí, será buena madre-, organizará fiestas infantiles y dedicará todo su amor a sus hijos. Porque ella sabe querer, amar, vivir. Y eso es lo más importante, lo sé. Será un tanto vanidosa -Ok, no lo voy a negar- pero, la verdad, es que de alguna manera la justifico. Yo, maldita sea, que siempre creí eso de Pisa dos veces tierra...........
Durante el segundo descanso, Margarita sube y hace lo mismo que hizo durante el primero. Conversa con Natalia porque Francisco y Luaciana volvieron -¿pero qué tendrá eso que ver?-, cuando llega Marrano que es un señor chancho, abraza a Natalia y hace un par de payasadas refiriéndose a mí -tres hurras para Marrano: ¡Hip! ¡hip! ¡hurra!- Entonces Margarita le toca la pancita que se mueve gelatinosa. Entonces Marrano se pregunta preocupado si está gordo o no -justo el sábado iba a salir con una chibola de Tercero y no, pues, no puede estar gordo- Y ahora, señor chancho ¿quién podrá ayudarlo? Marrano saca de su bolsillo una liga y se la acomoda en el pelo, para verse más guapo, pues, claro -¡Jaaa!, ¡ja!, ¡ja!, ¡ja!- y Margarita se queda mirando el cielo, que es pálido, completamente pálido. Me pregunto entonces ¿Qué pensará de todo esto?
¡Qué sé yo!
Timbre, señorita. ¿Qué hace allí parada? Vaya otra vez a su salón que se le hace tarde, vaya que le cierran la puerta en su cara. De nuevo, en el salón. Y alguien ha escrito en la pizarra Te arrancaría la ropa con los dientes. Y otra vez, de saltito en saltito, llega allí adelante y con la mota borra aquello que es tan feo. Porque, señorita, ¿quién escribiría algo tan feo?.
Cuando suena el timbre de salida, después de Geometría, camino entre la gente tristemente olvidada en el camino de los días De verdad, muchachos, me gustaría volver a ser el que fui, pero queda lejos..........muy lejos. Demasiado lejos. Margarita cruza la pista moviendo su culo otra vez debajo del jean apretado, y sonriendo, jugando. No hay nada que hacer ¡Es una chica feliz! En Rovegno la saludan, juegan con ella, fuman mientras las tutoras tratan de impedirlo. En fin, Margarita y sus amigas descansan tumbadas sobre la vereda -dizque van a asesoría y después regresan-, le dan una calada a su cigarrillo y contemplan el atardecer de una manera indiferente, casi déspota..........Margarita también va a comer a La Caravana, y no fuma -dice que ya dejó la nicotina hace un año-, y ella siempre cumple lo que promete -claro que sí, por supuesto- Algunos de los de allí desparramados existencialmente, se quedan a academia y entran al colegio a eso de las cuatro. Margarita también se queda a academia, y estoy seguro ella sí va a ingresar. Porque la especie de Margarita es de la de las chicas con suerte, que felices y con mucho sacrificio construyen familias de gente buena, que sí vale la pena:
- No nos importan los malditos perdedores.
Margarita llega saltando a Rovegno y conversa con alguien, come galletas y entra al colegio en manada. Se sienta bien calladita en clases, se manda cartitas con alguien, le escribe “se feliz” a Cucho junto a una sonrisa en su frente -algo que Cucho lleva escrito su frente- Porque Margarita es buena, de verdad que es buena ¿Qué? ¿No me crees? Anda tú mismo, y pregúntaselo. Anda, mira, ahí está: Margarita ¿Eres una niña buena?
Margarita nos mira fijamente, hace un gesto. Y sonríe.
- Claro- dice, acomodándose el pelo.
Es un hecho. No es manipulación, claro que no Ni tampoco apariencia, nada que ver. Hay que creer de verdad que esta criatura del señor, es capaz de amar de corazón a cualquier ser viviente sobre esta tierra -sí, por supuesto- Así es. Ahora lo entiendo mejor No son solo cuerpos, sino que también se amoldan por dentro. No solo se dignan a seguir un patrón, sino que también lo desarrollan. Entonces, unos alcanzan su meta y son mejores; y otros -como el Marrano- no. El hecho es que, en realidad, hay una estrella en el firmamento, y es completa y totalmente inalcanzable para mí. Porque la gente común es buena, tienen sentimientos y todo. Ahora lo entiendo. Las normas sociales están bien, son buenas, sólo que se aplican hipócritamente.
Margarita no hace como yo, ella sí tolera y es amable con todo el maldito universo. Es capaz de apreciar al más vil gusano, a cualquiera menos a mí. A mí no, porque soy una basura que no respeta nada. A nadie, ni siquiera a ella la respetaría. Chichí se percata de mi presencia, voltea. Me mira a los ojos.
- Me gustaría volver a ser el que fui -le digo-, pero queda lejos.
Entonces ella Chichí se queda inmóvil. Me mira asustada.
- ¡Quemado! -me dice, y se aleja corriendo.
¿Ya ven?, la gentita de la Promo es así. Margarita que se mantiene de pié mientras baila frente a la pizarra. De verdad, me gustaría poder hacer algo, pero ya es muy tarde -Debo ser insignificante- Cuando cruzo el umbral de la puerta del colegio, ya es de noche. A unos metros de mí veo a Margarita de espaldas cruzando la avenida de un lado a otro. Me subo a la primera combi que dice U. de Lima, y una vez allí adentro la veo parada sobre la vereda mirándome atenta, mientras desaparece entre la ciudad que se esparce alrededor suyo. Y entonces me llega esa sensación, de que está mirando a otra persona y no a mí.
¿A dónde vas?
Margarita conversa con Gina en medio del salón. Da un saltito, baila, mueve su cuerpo que es saludable y tiene la forma ¿Qué más? Bueno, pues es linda -Bien, lúcidos dieciséis para ella- Pero, entonces ¿Qué pasa? Llega Natalia ¿Quién? Natalia, pues. Que según Margarita, es chistosaza y buenísima gente -Claro, para quien la aguante-, se echa a reír a carcajadas Esa bulla hilarante y descontrolada que rodea, que se pasea por todo el colegio y que perturba, choca contra mí y es casi como una de agresión, un atentado ¿Natalia? Sí, lleva poco consigo pero es un árbol de navidad andante. La que conversa y habla con todos -la chica del millón de amigos-, la que abre sus dos brazos y grita con todas sus fuerzas, pero no dice nada. Entonces las tres se callan. Por un segundo no saben qué decir. Gina empalidece, no ha comido en tres días -pasa por su peor etapa con esto de la Anorexia-, y es como si no tuvieran nada más qué decir. Parece un milagro, una iluminación divina ¿Es que reaccionaron, se volvieron seres pensantes?.........
¿Qué? ¿Sí? ¿En serio?
No, claro que no.
Se ríen de lo tonta de la situación y deciden jugar a ser las Chicas Superpoderosas antes de que suene el timbre. Una persigue a la otra por el colegio, por todo el patio, el Quinto C y los salones de cuarto. Porque claro, ellas los conocen -Puede ser que no hablen con ellos, pero los conocen- No me pregunten por qué. Luego, cuando por fin se cansan de correr y se apoyan contra la pared, deciden conversar de lo que cada una hizo durante las vacaciones Chicas ¿qué hicieron? Margarita se dedicó días enteros de incomprensible expectación a comprarse ropa en Ripley. Ropa de invierno, por supuesto pues, señorita, porque ya es Junio. Me compré ese jean negro, que tiene el borde allí.........esta chompita de la que te conté, que le pedía a mi mamá plata pero..........me lo compré, igual, porque necesitaba ropa...........porque la ropa es lo más útil que hay, pues..........me corté el pelo, mira, adelgacé dos kilos...........dieta, tengo que ir al gimnasio.............terminaron, volvieron, terminaron otra vez...........SOS, estoy gorda...........vegetales y pastillas, vegetales verdes...........-superficie, superficie, superficie-
cuando llega el profesor de Álgebra, se supone que algo allí se tranquiliza un poco, algo. Luego suena el timbre que comienza con la hora muerta, y cuando terminamos nuestro maldito Examen de entrada -donde se evalúa nuestra Capacidad de Copia y Rapidez Visual-, comienzan dos horas en las que muero. Desde el exilio humano, atento, contemplo caras inexpresivas y experimento alucinaciones inalterables, una realidad apática. Margarita, en cambio, sigue siendo feliz. Porque se lo merece, pues, ¿por qué más?. Desde atrás me repito que tengo dignidad, lo digo callado cuando no dejo de contemplarla días enteros. Cuando suena el timbre es bueno, me despierto y Margarita sube las escaleras pasito a pasito, mientras juega con su amiga Chichí. Allá, en la cafetería, forman un círculo, dicen que son la gente Que son la Promo. Lo son, eso es excelente..........Burlas, y la moda encima de su cuerpo. Guille, que no es nada en particular, abraza a una y a otra, mientras se las imagina bañándose desnudas y pasándose la esponja entre las piernas. Pero Margarita allí, me parece algo solitaria. Se queda mirándolos mientras subo a comprar. Por un segundo la contemplo así, y ella me mira. Busco mi monedero y la vuelvo a ver, algo me extraña. Volteo y me percato de que no hay en realidad nadie alrededor mío. Pienso entonces en que me va a dirigir la palabra. No le tomo mucha importancia, en realidad, pero aguardo cuando ella, en cámara, lenta se me acerca ¿y qué pasa?, no lo sé, algo anda mal ¿va a expresarse en realidad por su propia cuenta? va a decir por fin algo que tenga sentido y que yo pueda entender. Me mira -Por primera vez creo que lo hace en serio-, abre la boca y
¿Qué dice?
Pues, me dice: ¡Yo!
¿Ah? ¿Cómo? ¿Qué?
Eso fue lo que me dijo. Lo único que sabía decir:
- ¡Yo!, ¡Yo!, ¡Yo!........
Entonces agaché la cabeza, la miré desde el piso. Soy un gusano, le dije, soy un insecto grande.........una cucaracha enorme. Y Margarita me mira, confundida, tambalea un poco. Sonríe.
Cuando me largué y desaparecí de nuevo, Margarita imitaba un comercial de televisión, probando una galleta, describiendo su sabor. Mirando su reflejo en una de las ventanitas que hay allá arriba, en la cafetería.
Terminó el descanso y Margarita baja las escaleras saltando un tantito, escalón por escaloncito. Cuando llega al salón, se sienta en su carpeta, mira a alguien y conversa. Mientras la miro atendiendo al profesor de Anatomía, pienso que dentro de todo Margarita madurará -tendrá que hacerlo-, y será una gran persona: cocinará, planchará, educará -eso sí, será buena madre-, organizará fiestas infantiles y dedicará todo su amor a sus hijos. Porque ella sabe querer, amar, vivir. Y eso es lo más importante, lo sé. Será un tanto vanidosa -Ok, no lo voy a negar- pero, la verdad, es que de alguna manera la justifico. Yo, maldita sea, que siempre creí eso de Pisa dos veces tierra...........
Durante el segundo descanso, Margarita sube y hace lo mismo que hizo durante el primero. Conversa con Natalia porque Francisco y Luaciana volvieron -¿pero qué tendrá eso que ver?-, cuando llega Marrano que es un señor chancho, abraza a Natalia y hace un par de payasadas refiriéndose a mí -tres hurras para Marrano: ¡Hip! ¡hip! ¡hurra!- Entonces Margarita le toca la pancita que se mueve gelatinosa. Entonces Marrano se pregunta preocupado si está gordo o no -justo el sábado iba a salir con una chibola de Tercero y no, pues, no puede estar gordo- Y ahora, señor chancho ¿quién podrá ayudarlo? Marrano saca de su bolsillo una liga y se la acomoda en el pelo, para verse más guapo, pues, claro -¡Jaaa!, ¡ja!, ¡ja!, ¡ja!- y Margarita se queda mirando el cielo, que es pálido, completamente pálido. Me pregunto entonces ¿Qué pensará de todo esto?
¡Qué sé yo!
Timbre, señorita. ¿Qué hace allí parada? Vaya otra vez a su salón que se le hace tarde, vaya que le cierran la puerta en su cara. De nuevo, en el salón. Y alguien ha escrito en la pizarra Te arrancaría la ropa con los dientes. Y otra vez, de saltito en saltito, llega allí adelante y con la mota borra aquello que es tan feo. Porque, señorita, ¿quién escribiría algo tan feo?.
Cuando suena el timbre de salida, después de Geometría, camino entre la gente tristemente olvidada en el camino de los días De verdad, muchachos, me gustaría volver a ser el que fui, pero queda lejos..........muy lejos. Demasiado lejos. Margarita cruza la pista moviendo su culo otra vez debajo del jean apretado, y sonriendo, jugando. No hay nada que hacer ¡Es una chica feliz! En Rovegno la saludan, juegan con ella, fuman mientras las tutoras tratan de impedirlo. En fin, Margarita y sus amigas descansan tumbadas sobre la vereda -dizque van a asesoría y después regresan-, le dan una calada a su cigarrillo y contemplan el atardecer de una manera indiferente, casi déspota..........Margarita también va a comer a La Caravana, y no fuma -dice que ya dejó la nicotina hace un año-, y ella siempre cumple lo que promete -claro que sí, por supuesto- Algunos de los de allí desparramados existencialmente, se quedan a academia y entran al colegio a eso de las cuatro. Margarita también se queda a academia, y estoy seguro ella sí va a ingresar. Porque la especie de Margarita es de la de las chicas con suerte, que felices y con mucho sacrificio construyen familias de gente buena, que sí vale la pena:
- No nos importan los malditos perdedores.
Margarita llega saltando a Rovegno y conversa con alguien, come galletas y entra al colegio en manada. Se sienta bien calladita en clases, se manda cartitas con alguien, le escribe “se feliz” a Cucho junto a una sonrisa en su frente -algo que Cucho lleva escrito su frente- Porque Margarita es buena, de verdad que es buena ¿Qué? ¿No me crees? Anda tú mismo, y pregúntaselo. Anda, mira, ahí está: Margarita ¿Eres una niña buena?
Margarita nos mira fijamente, hace un gesto. Y sonríe.
- Claro- dice, acomodándose el pelo.
Es un hecho. No es manipulación, claro que no Ni tampoco apariencia, nada que ver. Hay que creer de verdad que esta criatura del señor, es capaz de amar de corazón a cualquier ser viviente sobre esta tierra -sí, por supuesto- Así es. Ahora lo entiendo mejor No son solo cuerpos, sino que también se amoldan por dentro. No solo se dignan a seguir un patrón, sino que también lo desarrollan. Entonces, unos alcanzan su meta y son mejores; y otros -como el Marrano- no. El hecho es que, en realidad, hay una estrella en el firmamento, y es completa y totalmente inalcanzable para mí. Porque la gente común es buena, tienen sentimientos y todo. Ahora lo entiendo. Las normas sociales están bien, son buenas, sólo que se aplican hipócritamente.
Margarita no hace como yo, ella sí tolera y es amable con todo el maldito universo. Es capaz de apreciar al más vil gusano, a cualquiera menos a mí. A mí no, porque soy una basura que no respeta nada. A nadie, ni siquiera a ella la respetaría. Chichí se percata de mi presencia, voltea. Me mira a los ojos.
- Me gustaría volver a ser el que fui -le digo-, pero queda lejos.
Entonces ella Chichí se queda inmóvil. Me mira asustada.
- ¡Quemado! -me dice, y se aleja corriendo.
¿Ya ven?, la gentita de la Promo es así. Margarita que se mantiene de pié mientras baila frente a la pizarra. De verdad, me gustaría poder hacer algo, pero ya es muy tarde -Debo ser insignificante- Cuando cruzo el umbral de la puerta del colegio, ya es de noche. A unos metros de mí veo a Margarita de espaldas cruzando la avenida de un lado a otro. Me subo a la primera combi que dice U. de Lima, y una vez allí adentro la veo parada sobre la vereda mirándome atenta, mientras desaparece entre la ciudad que se esparce alrededor suyo. Y entonces me llega esa sensación, de que está mirando a otra persona y no a mí.
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